Mi Experiencia en Mundo Telecomunicaciones
Bueno, se nos fue un año y pasaron muchas cosas, algunas buenas y otras malas.
En mayo de 2021 empecé a trabajar en Mundo, la empresa de telecomunicaciones que más ha crecido en Chile. Actualmente ya desempleado, presenté mi renuncia.
En este post voy a contar mi experiencia en la empresa, vivencias personales y qué me llevó a tomar la decisión de renunciar. Trataré de desglosarlo en 4 etapas algo más apegadas a la vida real y con palabras simples… ¡comencemos!
Etapa 1: Todo es una maravilla, parece cuento de hadas
Por ahí, en mayo de 2021, cuando estaban terminando de instalar el cableado en Pichilemu, me picó ese bichito de buscar nuevos horizontes. Más que mal, el último tiempo no la estaba pasando bien, y fue ahí cuando apareció Mundo y justo se dio la oportunidad de conversar con el coordinador que estaría encargado de esta zona. En ese entonces íbamos a ser dos, mi compa de pega y yo, pero más tarde él se bajó por motivos personales.
Como en cualquier oferta de trabajo, todo sonaba súper bonito: vehículo asignado, horario acotado, funciones específicas, full equipamiento, buenos pagos, bonos, etc. Una maravilla. Entre las promesas estaba la posibilidad de ir subiendo de a poco en la empresa (de técnico a especialista y más).
En esta etapa, debo reconocer que la empresa se portó la raja. Me entregaron un vehículo 0 km, herramientas nuevas, ropa, implementos de seguridad, etc.
Una anécdota: En ese entonces apenas manejaba dentro del radio urbano de Pichilemu. Mi sorpresa fue cuando me tocó viajar a Santiago a buscar el vehículo y volver por la autopista sin siquiera haber salido de Pichilemu antes. Se me hizo así 🤏, pero al final lo logré, llegué sano y salvo. Mi primera gran “hazaña” personal.
Etapa 2: Más objetivos, vemos los defectos, pero el gusto y la pasión siguen
El tiempo pasó y empecé a moverme más. Ya saliendo solo, la cosa cambiaba, pero para mí estaba bien. De a poco fui perfeccionando los tiempos, aunque también comenzaron a surgir algunos defectos.
No estaba acostumbrado al ritmo de instalaciones y producción de Mundo, así que fue chocante que ya al segundo mes empezaran con las famosas “llamadas del terror”. Lo típico: si no llegas a tal meta a fin de mes, no se renovará el contrato; que a los jefes los cuestionan por todo, bla, bla, bla. Para mí estaba bien, total sabía que podía dar más. Mi idea no era estancarme, así que seguí poniéndole empeño y tratando de hacer el mejor trabajo posible.
Pichilemu es un pueblo chico, y si haces un mal trabajo, se sabe altiro. No quería que me tacharan de chanta. De todas formas, la empresa comenzó bien, aunque los apoyos que trajeron de Santiago fueron honestamente unos chantas. Puedo decir que el 50% de los reclamos que me tocó atender era por instalaciones hechas por ellos.
Aun así, me gustaba lo que hacía. Sentía que era un aporte y que podía llegar a más. Esa era mi motivación diaria.
En la Foto: Una instalación auspiciada por los amigos de Santiago, con el drop por el medio de la pared. Por lo menos dejaron el loop xD.
Etapa 3: Ya no es tan entretenido, se sostiene del compromiso, compañerismo y responsabilidad
Para octubre-noviembre, las cosas seguían relativamente “bien”, pero esa chispa de motivación que tenía se apagó. Era recurrente que enviaran mensajes al grupo de trabajo pasada la medianoche. Siempre había algo.
Además, nos tocaba desplazarnos a otras comunas. Esto me parecía una estupidez logística porque, según ellos, “no hay pega”. Mientras me mandaban a Peralillo, Marchigüe o Las Cabras, otros colegas venían a Pichilemu. Juzgue usted mismo.
Durante este tiempo, me ofrecieron subir a Técnico Especialista. Hice la prueba y la pasé sin problemas, pero no quedó en nada. Fue una gran decepción. También empezaron cambios en el despacho, movimientos raros de personal e indicios de reestructuración interna.
Con mi colega local, sacamos varias pegas consideradas “especiales”. Yo hacía mi pega por default; se hacía lo que se podía, nomás.
Foto: Uno de los viajes a Peralillo, con un frío que cala hasta los huesos.
Etapa 4: Decepción
Para esta etapa, ya tenía ganas de buscar otra opción. Los problemas iban y venían, y el ambiente dejó de ser armonioso. Surgió un problema con un anexo de contrato que esclavizaba a algunos compas y económicamente me perjudicaba.
El tema de pasar a especialista nunca se volvió a tocar, y los agendamientos seguían siendo un desastre. Un día me tocó ir a Las Cabras. Mi primer trabajo del día era un servicio técnico clasificado como “sin servicio”. Para mi sorpresa, el caso venía desde el año pasado. Nada bueno podía salir de ahí…
Al llegar, la clienta salió por la ventana del segundo piso, me lanzó una bolsa de basura con los equipos y me trató como las weas. Al reportar el incidente, mi jefe me dijo que debía conseguir su firma y revisar si el servicio estaba dado de baja. Como no lo estaba, me pidieron que devolviera los equipos a la casa. En ese momento, exploté. Me largué.
Ese día decidí presentar mi renuncia. Había perdido toda la motivación.
Foto: La dichosa bolsa de basura de la discordia. Contenía la ONT, los decos, el teléfono fijo y hasta parte de la acometida.
Bonus Track: Reflexiones finales
Me fui con la bala pasada. Siento que, por malas decisiones, el ambiente se fue al carajo. Me gustaba lo que hacía, pero me ignoraron muchas veces. A pesar de ser profesional e ingeniero, nunca aprovecharon mi potencial.
El manejo del personal es pésimo. Rompen finiquitos para evitar que se hagan reservas de derechos y toman decisiones que perjudican a los trabajadores. Al final, me fui porque no quería volverme loco. Me da pena por los colegas que siguen soportando tanta wea.